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sábado, 6 de junio de 2009

RELATOS A GLO. 5º RELATO: YA ERA BASTANTE


YA ERA BASTANTE


I




había terminado de pensar

- que ya era bastante -

y había pasado cerca de dos minutos;
para completar la acción, se dispuso en reflexionar todo aquello que, bajo su honesto punto de vista, había sido importante:

la vida – exclamó.


a las afueras de esta muralla llamada memoria, quizás no exista siquiera la conciencia de vivir. Quizás, en este momento, me debato entre la existencia: seguir hacia delante o dejar de luchar, sin más – este es sin duda un buen principio para empezar a conocernos mejor – pensó


:
el llanto es la frontera del dolor.


pertenezco a una estirpe que sólo busca la salvación en unos labios: a veces, carmín de carretera; otras, un color tenue llamado piel.

los años no pasan en balde; mis huesos, esta estructura que aún sujeta a este cuerpo, es el único testigo que aún me queda.

me reservo la posibilidad de la reflexión; a esta edad puede ser un paso infranqueable; ya no hay retorno, recordad


:
sólo queda soportar al cuerpo, que ya es bastante.

lo único eterno que existe, en este momento, es el tiempo azotando los márgenes de los cuerpos
,
incansable.

a veces,
se hace imposible ser
,

simplemente.




y el silencio se torna como un amigo irrepetible que te sigue a todas partes: intentas huir de él, pero no puede: no puedes; te atraviesa la sien,
como una bala,
directamente al centro del dolor;
sepulcral,
secreto.

en la habitación sólo queda un recuerdo
:

;

última razón que me hace seguir vivo.



sin embargo, silencio es sólo lo que encuentro: vacío visceral que estrangula la última sílaba:


;
y se hace inevitable retornar al principio: soledad.
no he venido a implorar por algo que ya no existe, sino a proclamar algo que aún vive

:
yo,



este presagio que aún pueblan estos labios.



Fin

RELATOS A GLO. 4º RELATO: SENTIR SER HUMANO


SENTIR SER HUMANO


I




yacía,
simplemente:
yacía
;
ya era bastante esperar algo más de esta vida;
emergía, sí... pero siempre con el puño alzado, como una enramada de luz hacia el infinito; sosteniendo, por momentos, entre las manos al verbo; única verdad que se perfilaba sobre el hambre.

arriba, sobre nuestras cabezas, impetuoso, el sol, algunas veces; otras, cartón, papel de periódico, o, con suerte, chute sobre manta rota contando las horas para un nuevo amanecer; esta vez, sobre el Barrio Cuesta Piedra o Juan XXIII, según el espacio, donde la caída del cuerpo el día anterior –

la verdad
:
nunca sentí ser humano;
ni siquiera cada vez que mi cuerpo se convertía en mano extendida en busca de limosna: en una avenida, al salir de un supermercado o en un parking lleno de coches y sin ningún ser humano alrededor-. he dejado de creer en dios, creedme
:
no existe dios entre la heroína.


dejan entre ver la grandeza del ser humano con la construcción de majestuosas catedrales, iglesias barrocas alzadas invictas sobre los ojos de usu fieles, ermitas solitarias al borde de un acantilado: mi vida sí es un precipicio sin retorno:

es cierto
;

sin embargo, como una estaca atravesando un corazón, mendigo un céntimo en una de sus puertas

–ya ni siquiera soy capaz de conmover un átomo de luz entre la sombra -

he intentado volver a ser persona; lo intento cada mañana que me levanto de la cama, y apuro un cigarrillo antes de salir a la calle a luchar – ahora, la libertad se llama metadona, pero no sé hasta cuanto va a durar este contrato entre realidad y verbo – lo ignoro, como ignoro mi condición de ser humano cada vez vuelvo a retornar al filo de una aguja.

no busco la salvación, ni el perdón;
no quiero nada de nadie.

sólo quiero sentirme, por una vez, un hombre libre en busca de un sueño.


Fin