mis noches sin ti
I
el tiempo pasaba, y mi cuerpo – recluido en una celda llamada memoria – se resistía aún a la lucha sin cuartel de los días.
ahí todo es posible, incluso el vacío:
ahora
ya solo queda
vivir
,
aún sabiendo que este hecho es lo único que verdaderamente nos pertenece.
voy a dejar a un lado la materia; no quiero establecer mi cuerpo en espacios temporales.
la verdad: el tiempo se revela ilegítimo a cada uno de los seres humanos que habitaban en mi cuerpo;
no podía huir de ellos,
sencillamente;
les pertenecía,
sin duda.
estaba sujeto a cada uno de sus caprichos.
la realidad,
la única:
la elipsis que mi cuerpo quería dibujar era acaecer en cualquier calle, en cualquier lugar... como un humano
, nada más.
sin embargo, el cuerpo tiene autonomía propia; es sustancia, al fin y al cabo, que se revela como un impulso incontrolado que se deforma, y sigue girando alrededor de la materia o de un núcleo; el cuerpo no nos pertenece, recordad; sólo es nuestro el movimiento: su desplazamiento en el espacio.
hacía ya millones de latidos, en la que esa era mi lucha, la única:
afrontar la soledad en mi viaje hacia la muerte.
el tiempo muere, poco a poco, entre las manos del cuerpo; y en cada una de sus grietas huye el dolor, súbito, hacia el vacío de una copa de gin tonic a media noche;
así son mis noches sin ti: una huída continua por las calles del dolor; arrastrando al cuerpo, con un trozo de muerte entre los párpados.
así
son
mis noches
sin ti,
amor.
- en cada sonrisa de un niño, se encuentra agazapado un hombre dispuesto a luchar: yo residí alguna vez en uno de ellos, aunque ahora
no me reconozca
en ninguno -
alzo
al verbo
entre el paladar
para volver a proclamar tu nombre; sin embargo, todo vuelve a ser dolor a mi alrededor, incluso el aire.
destruyendo hasta el último resquicio de mi ser que me devuelva hacia ti otra vez, y dejar, por un momento, la noción de esta tormenta que azota las provincias de mi piel; ese
es mi lamento:
el último.
quizás es tarde para decirte que te quiero.
pero
no importa
,
este impulso incontrolado sigue su cauce por las arterias, sin atender a nada más, que al deseo furtivo de volver a tener tus labios; de volver a ser humano entre tanto asfalto y edificios de cemento coronando mis sienes.
he vuelto
desde el infierno, para proclamar que te quiero, simplemente; he vuelto para encumbrarte como mi única heroína sobre este mundo aluminado que se abre sobre mis manos.
no me queda
nada más
que tu recuerdo
y mis ansias por verte recorriéndome en cada uno de los centímetros de mi ser que habitan en mis venas.
la tarde ha caído, y con ella mi cuerpo sobre estas calles. y aún me quedan las ganas de mis ansias por verte:
te quiero,
sí
,
como el abismo que existe en las sienes de un loco que busca en la muerte advertir el poema final:
volver,
volver a encontrarte
de nuevo.
Fin