I
había terminado la conversación; el silencio se apoderó del cuerpo.
- sobre la casa, sólo, los pájaros del aire; la noche curvada sobre el labio; el concierto único sobre los ojos de los hombres -
cómplices del silencio, se quedaron pensativos; observando el movimiento curvo del verbo entre la sien; ánonimos, describían en el vacío un nombre: amar.
cada línea escrita en sus mentes, cada idea expuesta sobre sus retinas se desvanecían, lentamente, como un débil impulso que el cuerpo no consigue atrapar.
estamos solos, y éramos conscientes de ello.
el dolor ciega como una terrible espada sobre el pecho.
sucumbimos ante el dolor;
es así de fácil;
el ser en su total medida es hombre; un trozo de lo humano atravesando la materia.
los cuerpos cayeron sobre las sábanas;
volvíamos otra vez a encontrarnos,
frente a frente, como un terrible naufragio en el centro del océano:
éramos desnuda rama al despertar; corazón en vuelo vertical, líquida luz que dormía en unas gargantas: una y otra vez, en forma de palabra, fuimos y volvimos, como la sangre, de golpe; como una ligera luz, como un cuchillo inagotable, donde la noción del día o de la noche no existía;
aún en la boca de la noche, meditadores, ante el Dios, volvimos a escribirle
al viejo poeta:
sólo quedabas tú,