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miércoles, 18 de octubre de 2017

INAUGURACIÓN DE LA BIBLIOTECA MUNICIPAL DE LA ZONA INDUSTRIAL DE TACO. BARRIO OBRERO DE SAN JERÓNIMO.




Apertura
Biblioteca Municipal
Barrio de San Jerónimo
Ciudad de San Cristóbal de La Laguna






Texto leído con motivo de la Apertura de la Biblioteca de la Zona Industrial de Taco, en el Barrio Obrero de San Jerónimo de Taco (San Cristóbal de La Laguna), el miércoles 18 de octubre de 2017, siendo las dieciocho horas de la tarde y presidiendo el acto la Primera Teniente Alcalde del Exc. Ayuntamiento de La Laguna, Mónica Martín


      Muy buenas tardes a todos. 

     Primero, antes de nada, quisiera expresar mi agradecimiento a la Asociación de Vecinos de San Jerónimo, a todos los que forman este maravilloso proyecto, cuyo único fin es el del servir al pueblo. El de servir a la ciudadanía. El de trabajar por una sociedad más equitativa, donde la cultura sea capaz de llegar hasta el último rincón, si cabe, de nuestras calles, de nuestro pueblo: un pueblo hecho de dolor, hecho de la manera de las que están hechas las cosas humildes, como el pan, por ejemplo, de unos labios al besarnos.

Quisiera extender mi gratitud también al Ayuntamiento de La Laguna. Quizás, son malos tiempos para acometer según qué proyectos. Pero lo importante es estar ahí, donde el dolor, me repito. Donde está el pueblo. En el lugar donde de pronto la sangre de golpe nos asalta sobre nuestros pechos y nos hace estar vivos. Es de ahí de dónde venimos. Del sudor del de la camisa de enfrente. Y debemos de estar en ese preciso lugar para no perder el origen, para no olvidarnos de dónde venimos.  Que no es otro que el del trabajo del día a día, el de la humildad. Del pan, de la justica y del trabajo.   Quisiera también recordar a todos aquellos chicos, todos aquellos amigos, aquellos pibes que corrían por estas calles cuando aún existían. Hoy quizás no están con nosotros. Carlos el negro, Josito, Toni, Jordi, Marino, Carlitos, etc. Tantos, tantos y tantos. Todos aquellos pibes que contábamos azules los días que nos esperaban y que sin embargo hoy no pueden vivir este mundo que se precipita sobre el cielo de nuestra boca. Agradecer de forma infinita a todos esos padres que no dejaron que sucumbiésemos entre las calles. Que nos esperaban despiertos entre el dolor de la madrugada.

Que se levantaban insomnes a luchar por un trozo de pan que poder llevar, a nosotros, sus hijos, a la boca. Reconocer la labor de todos aquellos que no permitieron que fuésemos carne de cañón. Que lucharon, que luchan y que no dejaran de luchar por un futuro más justo y más amable. Por aquello que nos pertenece: la dignidad. Gracias, gracias y gracias.   Y por último, agradecer a mi familia todo su apoyo, porque sin ellos, sin su ayuda constante, sin sus consejos, sin su amor incondicional y sin su ternura, quizás sería otro el que aquí estuviese hablando en este preciso momento.

Hoy hemos venido a inaugurar la Biblioteca de San Jerónimo. Nada más y nada menos. Un pequeño acto que parece desapercibido, pensaremos. Pero que viene a dar respuesta a una demanda que, si la memoria no me falla, viene dada desde la consolidación de San Luis Gonzaga, allá por los años 1950 y 1953.   Así pues, han pasado 64 años para que el Barrio de San Jerónimo tenga su primera biblioteca. Un recorrido que empezó a principios de siglo y que poco a poco ha ido dando respuesta a las necesidades de los vecinos. Aún queda mucho por hacer, pero como decía nuestra presidenta, Loly, lo urgente es el presente, pero lo importante, pero lo verdaderamente importante, es el futuro y, quizás, en esas estamos.

Y es que la Biblioteca debe ser un lugar de encuentro. Un lugar que necesitamos hacer nuestro, como lo pueden ser las Canchas del Antiguo Filial, la Sala Exposiciones y Conciertos de Los Polvorines de Taco, el Centro de Servicios Sociales de El Polvorín, la piscina municipal, nuestro centro ciudadano, los barrios, las plazas, nuestras casas.   La Biblioteca debe de ser también parte de nuestro refugio. Porque en ella está nuestro mayor patrimonio: la Cultura. Y es que el pueblo, como decía un pensador de principios de siglo, por tener, no tiene ni siquiera patria.

El único patrimonio que posee es la Cultura. Es la única forma que tiene la ciudadanía de luchar contra las injusticias sociales, el orden impuesto, el devenir o los designios que se presuponen que estamos obligados a cumplir.   Tenemos que dar vida a esta Biblioteca. Tenemos que hacerla parte de nuestro hogar. Y es que nuestra casa se debe de edificar a partir de la lectura. De las historias que contienen los libros. De las mayores aventuras que jamás y nunca pudiésemos imaginar. Porque ese mundo que se abre ante nuestros ojos es imposible que se nos ofrezca de otra forma, de otra manera. Ni siquiera la televisión es capaz de darnos las salidas y las oportunidades que un buen libro nos puede dar.

Yo pertenecía a estas calles. Yo deambulé por estas calles. Yo me perdí, y como el hijo pródigo, me presenté a las puertas de la casa de mi padre pidiendo perdón.   Yo me formé a partir del mismo asfalto que cada uno de vosotros pisáis aquí y ahora. Y os puedo asegurar una cosa: Jamás pensé que existiese algo que fuese capaz de abrirme la mente como lo ha hecho un libro. Aprendí que en las calles no se aprende absolutamente nada. Aprendí que en las calles sólo existe el imperio del abismo, el vacío, la soledad de todos los hombres luchando inútilmente contra la podredumbre del ser humano.   Estamos de paso, como diría el poeta. Y sólo nos llevaremos en lo más íntimo de nuestro ser lo que hemos vivido hasta ese preciso momento. Y es que vivir no es otra cosa que poder hacer realidad nuestros sueños.   Pero mi pregunta es, ¿quién dicta nuestros sueños? ¿Quién es aquel que da nombre a cada uno de nuestros sueños? ¿Cómo encontrar nuestros sueños? ¿Cómo inventarlos? ¿Cómo hacer posible historias que jamás y nunca hemos imaginado?

Todo eso se hace con un libro. Ni siquiera internet puede obrar ese milagro. Ni siquiera la televisión es capaz de darnos una mínima visión, vislumbrar un trozo del universo que se esconde detrás de cada uno de nosotros.   No existe nada en este mundo que sea capaz de ofrecernos los que nos ofrece un libro: la libertad. La libertad de pensar. La libertad de vivir. La libertad de elegir. Que no sea otro quien nos diga cómo tenemos que pensar. Que nadie nos diga de qué color deben de ser nuestros sueños, qué tamaño tiene que tener nuestra esperanza, nuestros miedos, nuestras vidas.

Y todo eso lo podemos hallar en un libro. Y la Biblioteca es y debe de ser ese lugar donde nosotros y esos libros establecemos nuestro pacto. Nuestro íntimo pacto. Donde poder hacer realidad todo aquello que nos propongamos. Porque nosotros, aquí, en el azul imperio del dolor de todos los hombres, nos merecemos y valemos algo más que una vida.

La Biblioteca es y debe de ser parte de nuestro hogar. Y hoy, humildes, tocamos las puertas de esta casa que se abre de par en par y que nos invita a que soñemos que un paraíso es posible. Y que ustedes y yo, por una vez, estamos invitados a asistir. Que, ustedes y yo, por una vez, podemos hacer realidad todos nuestros sueños.

Un paraíso es posible, repito, y hoy debemos de empezar a construir ese mundo que nos merecemos, que está hecho a imagen y semejanza de nuestros sueños, que nos pertenece y que no hemos llegado hasta aquí para que nadie nos lo termine arrebatando.   

Un paraíso es posible. 
Guillermo de Jorge









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