«Digamos que el oficio del poeta se le ha escapado de las manos. Ahora tiene muchos más competidores y su quehacer artístico -por llamarlo de alguna manera- ya no es único e innato. Más aún, cuando vivimos en una sociedad donde la lectura y la escritura están democratizadas y ya no pertenecen al patrimonio de ningún exclusivo sector de la sociedad».
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