«Sabíamos que estábamos destinados a ser la pata de la mesa que hoy cojea y a día de hoy aún tenemos que ir pidiendo perdón por un pecado que no hemos cometido. Y aprendimos que este máster lo pagábamos nosotros, con la sangre en nuestras arterias palpitándonos, dejándonos la piel entre las calles».
No hay comentarios:
Publicar un comentario