Iratxe, nombre de mujer
Hace unas semanas, Tenerife volvió a vivir un nuevo episodio de violencia machista. Una mujer, presuntamente asesinada, fue abandonada en la calle por su agresor. Con este nuevo femicidio, sumamos una nueva víctima a la violencia contra las mujeres. La ONU es tajante. Una de cada cinco mujeres afirma haber sido víctima de la violencia física o sexual, dentro del ámbito doméstico. En la actualidad, servicios básicos como el acceso a una educación, a una atención médica, a un trabajo decente o la representación en las decisiones políticas, sociales, culturales y económicas de los diferentes países no es un derecho universal y, menos aún, si pertenece a sectores sociales vulnerables.
Y aunque creamos que no es así, una mujer trans es una mujer, al igual que un hombre trans es un hombre. Los acontecimientos que, en estos últimos días, se han producido alrededor de la muerte de Iratxe no son los más idóneos para alimentar la salud de una sociedad que aspira a ser diversa e igualitaria. El trato que se ha realizado en la gestión de la información sobre Iratxe no ha sido el más apropiado para relatar la muerte de una persona, de un ser humano. Hemos fallado un poco como seres humanos, por permitir o dejar permitir, en cierta manera, la especulación sobre las orientaciones sexuales o la identidad de una persona, como si esa circunstancia fuese a exonerar lo ocurrido, como si ese hecho fue determinante para ocultar lo que verdaderamente importa: la vida de un ser humano inocente ha sido arrebatada, sin más.
La violencia nunca puede estar justificada. Las circunstancias biográficas y humanas de una persona no pueden convertirse en motivo de menoscabo y menosprecio a su identidad como ser humano o como persona. Ni tampoco sus derechos por reconocer su igualdad real ante todos los ciudadanos y ciudadanas que conforman una sociedad. Tampoco se puede atentar contra su derecho a no ser discriminada por motivos de orientación sexual o identidad de género. Quizás, por ello, es muy importante transmitir la necesidad del derecho al reconocimiento de su carácter jurídico, ya que la orientación sexual o identidad de género que cada persona defina para sí, es esencial para su personalidad y constituye uno de los aspectos fundamentales de la autodeterminación, la dignidad y la libertad.
Hoy, más que nunca, debemos crear el espacio de convivencia para que el derecho a la vida sea posible; que la seguridad personal, con independencia de la orientación sexual o identidad de género sea real y que el Estado y las instituciones públicas protejan a estas personas frente a todo acto de violencia o de agresión contra su integridad personal. Convidando a los actores públicos, privados y a la sociedad en general a articular las acciones necesarias para defender y proteger los derechos fundamentales que deben asistir a la ciudadanía. Esta es la tarea que tenemos entre manos, nada más y nada menos, pero que seguro valdrá la pena. Un mundo mejor es posible y vale la pena vivirlo.
Iratxe es nombre de mujer y, alrededor de ella, existen familiares, amigos y amigas, personas en definitiva que sienten y sufren la ausencia de un ser querido. Y quizás, este íntimo dolor que nos asesta es parte de un legado que tenemos que dignificar con el respeto y el apoyo que todo ser merece por el mero hecho de existir.
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