"Sin embargo, como si de un ave Fénix fuese y brotase de un pecho para asaltar los últimos pilares de unos labios que aún quedan en pie, la obra de Román Hernández González adquiere la gracia del acto poético, engendrada en las palabras de un dios que nos advierte que el silencio es la consecución de la belleza y el equilibrio: el origen del ser humano y del acto poético".
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